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lunes, 19 de diciembre de 2016

Los ahorcados de Agua Prieta, la justicia de Plutarco Elías Calles

Agua Prieta.19 12 2016
Aquel lunes 2 de diciembre de 1918, partió la diligencia de la Aduana de Agua Prieta con el caudal recaudado durante el mes de noviembre que ascendía a la cantidad de 150 mil pesos en oro sellado (monedas).
En ese tiempo gobernaba Sonora el general Plutarco Elías Calles, quien tenía una gran amistad con don Carlos Caturegli, exalcalde de Hermosillo (1916-1917), por el Partido Liberal Mexicano.
Por petición de Plutarco Elías Calles, aquel expresidente municipal se convirtió en administrador de la Aduana de Agua Prieta y cada mes enviaba el dinero recaudado en oro sellado a Hermosillo que embarcaban en la estación ferroviaria de Naco.

LA EMBOSCADA DEL ANIVÁCACHI
Sin imaginar lo que les esperaba en esa ocasión, don Carlos Caturegli abordó la diligencia acompañado de varios celadores y se dirigieron hacia el municipio de Naco.
Después de recorrer 30 kilómetros, el camino bajaba rodeando un cerro, donde se encuentra la sierra del Anivácachi, que significa ‘cerco protector’.
Al dar vuelta, sonó la descarga de fusiles contra ellos y, junto con el resto de los celadores de la Aduana de Agua Prieta, cayó muerto don Carlos Caturegli.

INICIA LA BÚSQUEDA
Aquel infausto día extrañó de inmediato entre el personal de valores de la estación del ferrocarril de Naco que no llegara la diligencia de la Aduana de Agua Prieta, ya que cada inicio de mes era puntual su presencia en la terminal ferroviaria.
Extrañados por el caso se estableció comunicación con la Aduana de Agua Prieta donde se informó de la salida de la diligencia cargada con 150 mil pesos en oro sellado a cargo del mismo administrador don Carlos Caturegli.

EMILIO VIDRIO, SOBREVIVIENTE
Las autoridades de inmediato se organizaron y salió una patrulla de reconocimiento hacia Naco.
En el cerro del Anivácachi estaban los cuerpos inertes a causa de las descargas de fusil, pero el oro no se encontraba, había sido robado.
Al revisar a cada una de las víctimas descubrieron a un celador sobreviviente.
Pese a las múltiples heridas de bala en su cuerpo, Emilio Vidrio logró decir a las autoridades que había reconocido a uno de los autores de aquella sangrienta celada, luego fue transportado hasta Agua Prieta para ser atendido de sus heridas.

ELÍAS CALLES DIRIGE LA INVESTIGACIÓN
Al enterarse de la infausta noticia del ataque a la diligencia, robo del oro y la muerte de los celadores y particularmente del asesinato de su gran amigo Carlos Caturegli, de inmediato salió de Hermosillo rumbo a Agua Prieta para dirigir personalmente las investigaciones.
Agentes bajo su mando comenzaron la búsqueda de aquel hombre identificado por el sobreviviente y pronto fue capturado.

LOS LLEVAN A LA CENIZA
Para aislarlo de todo contacto con la gente y sus familiares en Agua Prieta, el detenido fue llevado a un paraje conocido como La Ceniza, localizado al sureste de esta frontera donde aún se conservan vestigios paleontológicos y algunos petrogríficos.
Pronto caerían algunos cómplices más y uno a uno fueron señalando al resto de la banda. Todos ellos detallarían la forma en que aquel atraco fue planeado.

ENCAJUELAN A MANUEL HUERTA EN DOUGLAS
El doctor Manuel Huerta, un prestigiado médico que vivía en Douglas, Arizona, fue señalado con el índice de fuego por los detenidos como el cabecilla de aquel robo.
Las órdenes de Plutarco Elías Calles fueron contundentes. Un grupo de sus osados militares muy allegados a él, vestidos de civiles, cruzaron la frontera a bordo de un automóvil. Llegaron hasta la casa del doctor Manuel Huerta, donde se presumía estaba guardado el oro robado a la diligencia de la Aduana de Agua Prieta.
Tras ‘levantarlo’ lo metieron a la fuerza dentro de la cajuela del vehículo y emprendieron la marcha de regreso. Aquel comando cruzó a toda velocidad por la garita de los norteamericanos quienes se quedaron atónitos y sorprendidos por aquella acción sin poder hacer nada con sus armas.
“No hay nada seguro sobre la participación del doctor Manuel Huerta en este ataque a la diligencia, algunos lo afirman, pero son más quienes creen en la hipótesis de una venganza de carácter político”, aclaró el cronista de la ciudad.
Recordó Juan Valente Rivera, que hace pocos años, durante una entrevista que tuvo con descendientes de este personaje, admitieron desconocer si su abuelo fue el autor intelectual del robo o víctima de alguna venganza política.

AMANECEN COLGADOS
Plutarco Elías Calles no se anduvo con contemplaciones. La crónica recogida de aquella época cuenta que el jefe máximo de la Revolución Mexicana lloró la muerte de su entrañable amigo don Carlos Caturegli.
Sin juicio y sin consideración legal alguna, aquellos ladrones fueron condenados a muerte.
Al amanecer del lunes 16 de diciembre de 1918, dos semanas después del ataque y con los primeros rayos de luz del alba, fueron colgados de los postes de la Plaza José Azueta.
Los habitantes de Agua Prieta acudieron a contemplar aquel dantesco espectáculo por la calle Panamericana.
Dos años después, a una cuadra de distancia, en calle 5, avenida 2, se firmaría el Plan de Agua Prieta, promovido por el general Calles contra Venustiano Carranza, quien también terminó muerto.
Sus rostros no tenían gorros que los cubrieran y así permanecieron durante todo el día como escarmiento para los ladrones.

FUSILADO EN EL PANTEÓN DE ESQUEDA
Pero no todos fueron capturados, algunos lograron escapar de momento. Uno de ellos huyó hacia California, Estados Unidos, y otro a la alta sierra sonorense.
Sin embargo, Canuto Ortega, jefe de La Cordada (policía rural contra el abigeato) capturó en el municipio de Bavispe a uno de los implicados en este asalto y asesinato.
Desde aquel alto y lejano lugar cruzó la sierra y lo trajo preso a la comunidad de Esqueda en el municipio de Fronteras. Luego se dirigió con sus hombres y el detenido al camposanto. Exhibiéndolo ante los habitantes procedió a colgarlo como advertencia para quienes se atrevieran a robar.
Ahí terminó esta historia de pacificación contra la ambición de los ladrones, época en la cual cuenta el cronista de Agua Prieta, ya no se volvió a saber de ningún caso de hurto.

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