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martes, 30 de agosto de 2011

AJEDREZ POLITICO, JUEGOS DE PODER



Continuación, ( parte 3 de 8 )
Y fueron los votos de los estados priistas de Nuevo León, Sonora, Coahuila, Tamaulipas, Puebla e Hidalgo, entre otros, los que terminaron de apuntalar la muy apretada victoria del 0.57 por ciento de Calderón frente a un Andrés Manuel López Obrador que por las encuestas ya se veía en Los Pinos.
Y no fue sino hasta el 13 de julio del 2006 en que se consumó su expulsión del PRI. Sus maestros y su partido, Nueva Alianza, habían sido determinantes para que el PRI cayera al tercer lugar en las preferecias electorales.
A partir de ese momento, Elba Esther Gordillo y el Panal se convirtieron en factótum electoral. Lo mismo en las elecciones legislativas y estatales del 2009, que en las estatales del 2010 y del 2011.
Con todos los candidatos, panistas, perredistas o priistas que hizo alianzas, La Maestra salió victoriosa. El PRI no volvería a ser lo mismo sin ella.
EL ENFOQUE DE SALINAS
A pesar de algunos excesos, como los de los gobernadores Mario Marín o Natividad González Parás, ningún mandatario estatal priista fue sometido por la administración panista de Felipe Calderón. Eran muy altas las deudas electorales del 2006. Y La Maestra era su custodia.
También de la mano de Carlos Salinas comenzó a promoverse la candidatura de Enrique Peña Nieto. Y el binomio del gobernador mexiquense y la pantalla de televisión fue de romance. Las encuestas lo probaron.
Pero el ex presidente aprendió las lecciones del 2005 cuando su única opción era Arturo Montiel. Y aunque entonces el también gobernador mexiquense era el favorito de las televisoras, terminó descarrilado.
Por eso era importante crear un “Plan B” confiable. Para que ante cualquier eventualidad política o personal con Enrique Peña Nieto existieran otras alternativas. Manlio Fabio Beltrones era una. Pero no era suficiente.
Fue así que se le propuso a Enrique Peña Nieto la urgencia de recuperar a Elba Esther Gordillo en las filas del PRI. Su eficiencia electoral para derrotar a los tricolores era manifiesta. Lo mismo en Oaxaca, que en Puebla o en Sinaloa. De la mano del PAN y del PRD.
El gobernador mexiquense y La Maestra terminaron en un encuentro en los Estados Unidos. Y con un amigo mediático como testigo de calidad, sellaron el regreso de Elba Esther Gordillo a las filas tricolores.
Pero el retorno tenía un precio. Que el partido le cumpliera la promesa rota por Roberto Madrazo. Y aunque ella no podría convertirse en la dirigente nacional, sí tendría mano al apadrinar al nuevo dirigente. Y ese nombre era el de Humberto Moreira.
Maestro curtido en las lides sindicales y políticas, de corte social y “un perro callejero” a la hora de negociar y conseguir lo que busca, desde la alcaldía de Saltillo hasta la gubernatura de Coahuila, se le dio natural el ascenso.

CONTINUARA MAÑANA

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