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martes, 25 de diciembre de 2012

Al Mundo Paz y Amor... ¡Nació Jesús!, El Salvador...

Zeta 1000 y EcoSSonora.net les desea una féliz navidad
 
 El verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros
 
 
El Hijo de Dios nació en Belén hace dos mil años. Su venida fue un evento histórico de tal magnitud que el mundo moderno inició su calendario el año de su nacimiento.

Cristo vino a este mundo durante algunas de las más oscuras horas de la historia.

Desde su nacimiento sabemos que es la esperanza del mundo, quien vino en la forma de un niño, porque los bebés son la esperanza personificada. Ellos son potencialmente puros, sus vidas están todas en el futuro. ¿Hay alguna madre o padre que no ha mirado a la carita de su bebé recién nacido y se ha preguntado, “¿Qué logrará este pequeño niño, qué llegará a ser?”... cualquier cosa es posible.

Pero María tenía aún más de ese orgullo maternal, tenía toda la esperanza en su hijo, ya que el año anterior ella había sido visitada por el ángel Gabriel, quien le había dicho que sería la Madre del Salvador.

En otras palabras cuando Jesús nació Dios dejó claro que este bebé era el que el mundo había estado esperando. ¡Qué gozo tiene que haber llenado los corazones de José y María cuando ellos miraron a su pequeñísimo hijo envuelto en mantas descansando en un pequeño pesebre lleno de paja y rodeado por vacas, ovejas y burros! Qué esperanza en saber que ese niño era aquel en el cual todas las promesas de Dios serían cumplidas sabiendo que Él era aquel en quien el pueblo de Dios encontraría perdón de los pecados, aquel en quien ellos encontrarían verdad y paz duradera, aquel cuyo poder establecería un reino eterno de justicia y rectitud. Esto tuvo que haber sido para José y María algo impactante, dado que ellos consideraron la impresionante responsabilidad que Dios les había dado.

Aquí se destaca que el cristianismo es una religión de esperanza. Es una fe que mira al futuro, al tiempo cuando las promesas de Dios serán cumplidas. No sólo fue este evento importante porque ningún hombre como Él había existido, lleno de poder, sabiduría y amor, sino porque era el Hijo de Dios, el Mesías esperado, el redentor, el ungido.

Su venida al mundo atrajo seguidores quienes son aquellos destinados a ser salvados. Para los humildes, los pobres y los marginados, ¡Jesús es el hombre! Personas de todos los caminos de la vida son invitados a seguir a Jesús en su camino a la casa celestial. Cuando recordamos la venida de Nuestro Señor en la estación de Navidad, estamos celebrando nuestra liberación de la esclavitud del pecado, puesto que Jesús es Nuestro Salvador. También celebramos su futura venida en gloria como Él lo ha prometido. Deberíamos de unirnos especialmente durante los días de Navidad y celebrar el regalo que hemos recibido agradeciéndole a Dios por el regalo de Su Hijo, amándonos los unos a los otros y compartiendo nuestra caridad con los demás. Hay que recordar que ni el árbol, ni las luces, ni los regalos son el evento principal de la Navidad. Este día santo ha sido reemplazado por el comercio, olvidándonos en muchos casos del Nacimiento de nuestro Señor. Algunos podrían insistir que está muy tarde para cambiar la tradición, puede ser. Pero nosotros incluyamos a Jesús en nuestras vidas en esta Navidad y descubramos para que hemos sido creados. Recordemos que el nacimiento de Jesús fue predicho por grandes hombres de Dios. Isaías profetizó el nacimiento de Cristo, al igual que Moisés y el ángel Gabriel. Jesús manifiesta su amor por toda la humanidad, a cristianos y no cristianos y a todos nos deja su legado: “El Mandamiento del Amor”. Por eso es necesario hacernos una interrogante: ¿qué celebramos hoy que es Navidad? Sin Jesús no hay Navidad. Pero si por alguna razón en estas fechas nos invade la tristeza y pensamos en gente querida que se nos ha ido o en alguna situación que nos aqueja. Tengamos presente que la Navidad en su grandeza es la historia de Dios que ha venido a los hombres. Miremos a los ángeles cantar ante humildes pastores, a los sabios siguiendo el resplandor de una estrella desde el oriente para honrar al Hijo de Dios, Señor de los señores ¡Que se hizo hombre! ¡El Dios omnipotente! Miremos a miles transformados por el poder de su llamado y a muchos ante la sorpresa de una nueva oportunidad y sumémonos a la gran dicha de ser considerado de entre los que gozan de su eterna amistad. Detengámonos tan solo un momento a considerar que aunque mortales y llenos de defectos su inmenso amor nos llena de alegría. ¡Pues nos llama sus hijos!... aunque seamos imperfectos!..sí por fe lo aceptas como tu salvador y como
Señor de tu vida, arrepintiendote.
 Por eso la Navidad no es una simple conmemoración de un hecho histórico. Cada Navidad la luz de Cristo viene a nosotros, pero si no nos dejamos iluminar por Él, las posibilidades de paz y felicidad que nos da, las podemos ahogar en la oscuridad de nuestros corazones. Se apaga así la luz de la fe... y ¡cuánto necesitamos esa fe en la vida! Que pasen los magos, los pastores, los ángeles y la estrella; que pasen el pesebre y los juguetes, los paseos y las fiestas, las decoraciones y los regalos... pero que nos quede Jesús, ya no en el pesebre sino en nuestro corazón. Nuestro mensaje es muy simple: ¡No te olvides de Jesús en esta Navidad! Si es así.. entonces podemos decir: “Feliz Navidad”.

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