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sábado, 29 de agosto de 2009

Salir a matar, nueva diversión en Juárez

Las calles de esa ciudad se han convertido en un campo de batalla de dos cárteles, en el cual cada día son asesinadas entre 10 y 16 personas

Dia de publicación: 2009-08-29
Todos los días y a cada hora en la frecuencia de la policía se escucha la misma canción: “De los pies a la cabeza, es bajito de estatura, de la cabeza hasta el cielo yo le calculo su altura, porque es grande entre los grandes ¿a ver quién tiene una duda?”. Esa es la señal para que los gatilleros, llegados de Sinaloa, salgan a ejecutar a sus rivales. Después de eso, la misma escena: familias que se hunden en el dolor.
Nadie se atreve a denunciar y el que lo hizo está muerto. El mensaje de la célula GenteNueva, del cártel de Sinaloa que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán, fue claro: “La guerra es entre nosotros y no con ustedes”. Así se leía en una narcomanta colocada en una de las avenidas principales.
Pero para los policías estatales y municipales no es esa canción la que aterra, sino El Águila Blanca: “Judiciales a la vista, claven todo y relajados, si preguntan yo contesto, ustedes son mis empleados…”. Tras escucharla, los uniformados literalmente se esconden, porque La Línea —del cártel de Juárez— sale a acabar a quien estaba arreglado y se ha pasado del otro lado.
En Ciudad Juárez cada día son asesinadas a balazos entre 10 y 16 personas, aunque hay días en que mueren 20 o 27, como en esta semana que termina.
A pesar de que son cientos los soldados que patrullan con armas largas —durante las 24 horas—, ya sea en vehículos militares, patrullas estatales o municipales, las avenidas están casi vacías, porque pocos se atreven a caminar en éstas.
De igual manera, una buena parte de los comercios ha cerrado, mientras que otros no tienen venta. Muchas empresas han decidido salir de la localidad y algunos decidieron vender sus lujosos inmuebles en 250 mil y 300 mil pesos.
Si alguien entra a un restaurante acompañado de varias personas, los comensales piden su cuenta y se retiran, prefieren no voltear.
Las familias que se transportan en grupo se vuelven sospechosas y tienen que ser revisadas por la autoridad.
A diferencia de otros centros históricos del país, la plaza principal de Ciudad Juárez está cubierta de decenas de drogadictos, borrachos, cholos y vagos, quienes con su mirada barren a los extraños, en señal de que están en su territorio. Por la noche, es lo contrario, porque evangelistas y cristianos se juntan para entonar cantos como este: “Te pedimos la paz para nuestro pueblo, Señor, perdónanos…”.
A escasos 100 metros se encuentra la cantina más famosa llamada Kentucky, fundada en 1919 por un estadunidense en respuesta a la ley seca en Estados Unidos. En este negocio estuvo Al Capone, Marilyn Monroe, John Wayne y Dady Yanqui, entre otras famosas personalidades. Pero hoy está vacía, sin importar que se ubica a 200 metros del Puente Internacional Paso del Norte que une con El Paso, Texas.
¿Cómo se divierten los jóvenes si ya no hay vida nocturna? “Ahora, salen a matar”, responde la gente.
Soldados, mujeres, policías, abogados, empleados, payasitos de crucero, menores de edad, vagos y narcomenudistas han sido blanco de ataque de los dos grupos criminales: uno que busca no perder la plaza que por décadas ha controlado; y el otro que pretende extender sus operaciones.
Nadie se acerca
La frecuencia policiaca da aviso de heridos, pero ni siquiera los uniformados estatales y municipales se acercan al lugar, mucho menos los paramédicos.
Para levantar los cadáveres, y si hay suerte, a lesionados por herida de bala, esperan a que primero arribe el Ejército. Tras su llegada, aparentemente nadie corre peligro. Ese es el ambiente que se respira en Juárez.
Los reporteros ya no dan cobertura a los sucesos violentos, sólo algunos fotógrafos, quienes se cercioran primero de que los militares estén en la escena del crimen, pues si por “error” llegan a ser los primeros, pueden morir, como ha sucedido con testigos de hechos, o que han dado aviso a los cuerpos de emergencia.
En las estaciones de radio y en la televisión se informa de lo ocurrido, pero no se dan detalles, mientras que en los periódicos las notas no tienen firma.
Paseo Triunfo de la República, Gómez Morín, Insurgentes y Tomás Fernández, ésta última donde se ubica la “zona dorada” de Juárez, son el símbolo de la inseguridad. En esas calles, algunos comercios han sido quemados, porque presuntamente son propiedad de El Chapo y de Carrillo Fuentes.
A eso se suman las colonias Anapra (a la cual sólo divide una malla ciclónica con El Paso, y donde ha sido asaltado el tren que viaja de San Diego, California, a Brownsville, Texas); Hidalgo, Lomas de Poleo, o el famoso Cerro de El Águila.
La otra guerra
Pero la guerra no sólo la libran los soldados, policías estatales, municipales y federales, sino también los médicos del Hospital General, nosocomio que está ocupado por soldados y al que son trasladados sicarios.
Y es que a los galenos les asusta que algún comando pretenda ingresar a matar a sus rivales y al personal que los atiende. La mayoría de los doctores ya han empezado a buscar su cambio a otros estados de la República, y algunos más tienen esperanza de continuar ejerciendo su profesión en EU.

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