¡EmPeñado en desPeñarse!
México, DF.- Aún no arranca la contienda presidencial 2012 y Enrique Peña Nieto ya se está resbalando. Y si lo que hoy ya se percibe como una caída libre se prolonga, el abanderado priísta va al despeñadero.
Los primeros siete días desde su ungimiento como candidato único del PRI a Los Pinos bastaron para ver de qué está hecho el todavía puntero en las encuestas cuando se sale del script televisivo. Y el resultado es muy lamentable.
Debutó el domingo 29 de noviembre con la presencia de su mentor político Arturo Montiel en las primeras filas del gran ritual priísta.
Un gravísimo error considerando que su antecesor personifica la corrupción y la impunidad de un México que ya fue rechazado en las urnas en 2006 y del que el mismo Enrique Peña Nieto se hizo cómplice al negarse a investigar.
Vino después, el viernes 2 de diciembre, la renuncia de Humberto Moreira a la presidencia del PRI.
Esperada, sí, pero no en esas condiciones, ni con esas formas. Sin dejarle una salida al dirigente, que ganó cinco gubernaturas, operó el retiro institucional de Manlio Fabio Beltrones y cerró los acuerdos de las alianzas del PRI con el Panal y con el Verde. Para muchos priístas fue una traición.
Para el sábado 3, su lapsus neuronalis al no recordar al menos tres libros que habrían marcado su vida, cuando visitó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, sólo vino a confirmar la ausencia de esencia en el abanderado priísta.
Enrique Peña Nieto no sólo fue incapaz de citar tres libros y tres autores. El único libro que recordó fue “La Silla del Águila”, el que atribuyó falsamente al escritor e historiador Enrique Krauze, cuando la obra es de Carlos Fuentes.
Peor aún, las reacciones de burla inundaron con crítica ácida y humor muy a la mexicana las redes sociales desde Twitter hasta Facebook. Y los principales medios internacionales difundieron la pifia del candidato priísta y hasta ahora puntero en las encuestas.
Una crisis mediática que se magnificó cuando su hija Paulina se encargó de poner la cereza en el pastel de la ignorancia y el descrédito, cuando retuiteó un comentario de su novio en el que llamaba “pendejos” a “la prole” que criticaba a su papá Enrique Peña Nieto. El clasismo se asomó en la campaña de la familia tricolor.
Por eso no extraña la caída en las cifras de las preferencias publicadas el domingo pasado por “Reforma”.
Una encuesta que muestra a un Enrique Peña Nieto en franco descenso, abajo de 50 por ciento. Una Josefina Vázquez Mota estancada en 25 por ciento. Y un Andrés Manuel López Obrador que solía ser tercero con apenas 17% y que ya se subió al segundo sitio con 26% de las preferencias. Y eso es sin los efectos Montiel, Moreira y FIL.
¿QUÉ TAL DURMIÓ?
A lo largo de mil 892 columnas publicadas en el diario “Reforma”, el escritor y periodista Germán Dehesa fustigó la impunidad que se le brindó a Arturo Montiel con una pregunta: “¿Qué tal durmió, señor Montiel?”
El diario recordatorio al ex gobernador del Estado de México y antecesor de Enrique Peña Nieto se convirtió en un llamado de atención para una nación que ve pasar la creciente corrupción de los políticos sin que exista castigo ejemplar.
Las exhibiciones de su excesiva e insultante riqueza terminaron por convertir a Arturo Montiel, otrora delfín priísta para la candidatura presidencial de 2006, en un ícono del político corrupto que disfruta de la impunidad que le prodiga su sucesor.
Y si Enrique Peña Nieto ya arrastraba el estigma de ser el manto protector de su padrino político, a quien le encubrió todas las corruptelas de su sexenio, su ingenuidad política se puso más que en evidencia el domingo 29 de noviembre durante el acto en el que el PRI lo ungió como su candidato único.
La presencia de Arturo Montiel entre el selecto grupo de priístas de primera fila se convirtió en la primera gran desilusión, el desencanto de origen, una bofetada a la dignidad política que se interpretó como un acto de cinismo y de
soberbia.
LA TRAICIÓN A MOREIRA
Para tejer su terso ascenso a la candidatura única, Enrique Peña Nieto se vio obligado a sentarse con Elba Esther Gordillo para pactar el ascenso de un maestro a la presidencial del PRI. Su nombre: Humberto Moreira.
El hasta en ese momento gobernador de Coahuila tenía una imagen de bajo perfil en el escenario nacional. Pero su voluntarismo, su sagacidad y su instinto de “perro callejero” de la política le valieron que en unos cuantos meses tomara las riendas del tricolor cuando la mayoría asumía que la dirigencia era ya propiedad de Emilio Gamboa Patrón.
Humberto Moreira trabajó en lo que sabe hacer. Y con sus estrategias de campo tejió cinco victorias tricolores, aun en estados que se consideraban perdidos como Nayarit y Michoacán.
Pero el horizonte político del presidente del PRI se ensombreció con las denuncias de un sobreendeudamiento de Coahuila durante su gestión como gobernador.
Las presiones frente a lo que se presumía podía terminar en un escándalo judicial, obligaron a pensar en la conveniencia de mantener o no a Humberto Moreira al frente del PRI.
Las presiones se aceleraron y obligaron a tomar decisiones que si bien podrían estar correctas en el fondo, fueron mal operadas en la forma.
El viernes 2 de diciembre dimitió tras nueve meses al frente del tricolor, dijo que lo hacía para no permitir que “una guerra mediática” en su contra dañara al Partido frente a los comicios de julio de 2012.
La decisión se precipitó ante el temor de que ya sin la posibilidad de un fuero como gobernador, puesto que ya se le había entregado el cargo a su hermano Rubén, Humberto Moreira podría enfrentar en cualquier momento una acción judicial de las autoridades federales.
Sobran los que opinan que, por las formas, la renuncia de Humberto Moreira se trató de una “traición” cuyas consecuencias se verán en los próximos meses.
SOMOS LO QUE LEEMOS
Germán Dehesa, el mismo que se convirtió en la sombra sobre la impunidad que Enrique Peña Nieto le otorgó a su padrino político Arturo Montiel, solía decir que “somos lo que leemos”.
Y si la frase se asume, el candidato único del PRI es poca cosa. Al menos eso fue lo que reflejó en su aparición del sábado 3 de diciembre en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
Su incapacidad para citar tres libros o tres autores que hubieran marcado su vida dejaron en evidencia, si somos lo que leemos, lo poco que es el candidato del PRI a la Presidencia.
Para colmo citó como una de sus lecturas la Biblia, aunque admitió que no la leyó completa. Y el único libro que mencionó, “La Silla del Águila”, se la atribuyó a Enrique Krauze cuando su autoría es de Carlos Fuentes.
La pifia literaria de Enrique Peña Nieto se convirtió en el “trend topic” de las redes sociales el domingo 4 de diciembre, tanto en Twitter como en Facebook.
Las páginas de la web se vieron viralizadas con el llamado “Efecto Gandhi”, en el que se exhibían anuncios al estilo de las librerías Gandhi satirizando al candidato del PRI.
Y cuando las críticas estaban en su punto más elevado, recibieron combustible cuando Paulina Peña Pretelini, la hija mayor de Enrique Peña Nieto, retuiteó un mensaje que le mandó su novio.
“@Pau_95Pena: un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole y solo critican a quien envidian!...”
El mensaje sólo dejó una evidencia más. El trato despectivo que dentro del círculo Peña Nieto se le tiene a los críticos –a los que se les trata como “pendejos”– y a los menos favorecidos a los que les llaman “prole”.
La intolerancia y el clasismo exhibidos en el retuiteo de Paulina generó una reacción todavía más airada de los usuarios de las redes, al grado tal que tanto las cuentas de Paulina como la de su novio fueron bajadas de la red.
Más tarde, ante lo inevitable, Enrique Peña Nieto se vio obligado a salir a disculpar la actitud de su hija. “El RT de Paulina fue una reacción emotiva por mi error en la FIL. Definitivamente fue un exceso y me disculpo públicamente por ello”.
Y más tarde agregó: “Hablé con mis hijos sobre el valor del respeto y la tolerancia, le reiteré que debemos escuchar y no ofender a los demás”.
Ese mismo día, Enrique Peña Nieto pretendió minimizar los episodios tanto de él como de su hija agradeciendo la creatividad de las redes sociales para tratar su tema.
Despeñadero
» Si los resbalones del aspirante priísta a la Presidencia de la República se prolongan, el abanderado tricolor podría estar trazando su camino hacia el despeñadero.
Mal debut
» El cobijo de su mentor político Arturo Montiel en su nombramiento como precandidato priísta hizo recordar al PRI corrupto e impune de antaño, una muy mala imagen rumbo a 2012.
» La renuncia
La tan esperada renuncia del dirigente del PRI se dio en tales condiciones y de tal forma, que en el tricolor se atreven a pensar que todo se trató de una traición de Peña Nieto hacia Humberto Moreira.
Tres libros
Tomando en cuenta la frase que alude a que “somos lo que leemos”, el presidenciable dejó en claro de su poca capacidad, que desembocó en una crisis mediática hacia su persona.